Aves impresionantes, por su porte, por su comportamiento, por sus caracteres, por su mirada...
Aves que a veces te dejan sin palabras tras verlas hacer un picado. Aves que con su reclamo hacen que echemos la vista al cielo, su cielo, su reino. Donde ellas mandan y desde donde ellas contemplan como cada día vamos cambiando y modificando el paisaje de la tierra a nuestro antojo...y eso que no es nuestra!!
En la imagen un elanio común, hasta hace poco elanio azul. Un ave que era muy difícil de ver y que cada vez se hace con más frecuencia. Sobre todo en Andalucía. Espectaculares ojos rojos que tienen los adultos. Son autenticos especialistas en la caza de pequeños roedores, ratones, topillos, musarañas...
Quizás por ser un ave tan reciente en nuestra zona, no suele participar en la cultura popular salvo que sea confundido con algún cernícalo por la costumbre que comparte con ellos de cernirce mientras caza.
El busardo ratonero, antes ratonero común, es un ave bastante común en zonas de bosque y de campiña donde con frecuencia se suele ver en los postes telegráficos. Aunque caza con frecuencia, es un ave muy dada a carroñear, aprovechando los animales que se encuentran atropellados en las carreteras, cosa que a veces hace que les cueste la vida.
Recibe varios nombres vernáculos, redondo, águila ratonera, miato, miñato...
En Asturias se le conoce con el nombre de “calcabalagares”. Un balagar es como denominaban en algunas zonas a los montones de hierba que se ponían a secar apiladas sobre un poste de madera: los almiares o pajares de exterior. El poste hace de guía y es, precisamente, junto a lo alto del montón mismo, uno de los posaderos preferidos del ave.
De Marín (Lugo)
arría o pito da uña”
(Trad.:
“Ratonero,
suelta el
pollo de la uña”).
Las medianas y grandes águilas ibéricas, imperial, real, culebrera, calzada, pescadora...son aves que reciben directamente el nombre de águila, aunque algunas también son nombradas como águilas de un solo huevo, como la culebrera, por poner tan sólo uno.
En la foto, un águila calzada, un ave de poblados tarsos que le han dado ese nombre.
Algunos ejemplos de cultura popular encontramos con ellas como protagonistas:
Antiguamente se llevaba un control intenso de los nidos de las águilas perdiceras. Cuando los pollos eran capaces de comer solos y por tanto los padres se limitaban a dejarles las presas en el nido para que ellos se las comieran, algunas personas subían hasta la plataforma de ramas y les ataban el pico a los pollos. Entonces, acechaban la llegada de un adulto con algún conejo o perdiz y se lo arrebataban al joven que no lo podía ingerir. A continuación, antes de bajar desataban el pico del pollo para que no muriese de hambre y pudiese comer la próxima presa. (Burradas como otras cualquiera, aunque el hambre agudizaba el ingenio, no cabe duda)
Cuenta una leyenda aragonesa:
Entre todas las águilas oscenses una de las más extraordinarias es la de Lierta, porque es de piedra. Corona unos peñascos próximos a la ermita de San Julián, que antaño fue monasterio rupestre. Dicen que, en tiempos de leyenda, un cenobita cuidaba del lugar, alimentándose de lo que le prodigaba la naturaleza y alegrando la cazuela, de tarde en tarde, con una gallina de su corral. Un día descubrió un águila que revoloteaba y se la quedó mirando... ¡Sorpresa... la rapaz se disponía a atacar el gallinero para robarle una ponedora! En cuestión de un abrir y cerrar de ojos, entre cacareos agónicos, las garras habían capturado la pieza y el águila se alejaba, dispuesta a darse un festín. “¡Ojalá San Julián te convierta en piedra, pájaro del diablo!” –gritó furioso el monje... El cielo le hizo caso y eso es lo que pasó.
En la
farmacopea popular oscense, fue muy popular y exquisito el uso de las
denominadas “piedras de águilas”, que las rapaces solían recoger en lugares
secretos y trasladaban a sus nidos en
época de cría. También se denominaban “piedras preñadas” porque, en realidad,
eran dos, una dentro de la otra, lo que se apreciaba con el oído si se
agitaban. Está claro que no resultaba fácil conseguirlas, porque había que
trepar a lo más alto de los riscos y robárselas al águila en momento tan
sensible como el de empollar sus crías. Pero dicen que merecía la pena el
riesgo porque facilitaban el parto de las mozas que corrían algún peligro, que
se veían muy confortadas si se les ataba este amuleto al muslo. No está tan
claro que impidiesen abortar. La piedrecilla interior, bien machacada y diluido
su polvo en agua o vino, era bebida indicada para quien se viese atormentado
por dolores en el costado, amén de contribuir a sanar otros males.
Los cernícalos, esos halcones de pequeño porte son fáciles de observar en muchas zonas de la península y por ello han recibido muchos nombres vernáculos: primilla, melión, juanito chicha, halconcillo, primillón, peneireiro...
De
Galicia
deixa xa
de peneirar;
- la mociña
que me
ten a tolear”
(Trad.: “Cernícalo,
deja ya
de cernirte;
que me tiene loco”).
Se trata
de la rapaz más veloz de la
Península, capaz de alcanzar una velocidad de más de
cuatrocientos kilómetros por hora en sus picados, dando caza a otras aves tras
aturdirlas al golpearlas con las garras a tremenda velocidad.
Susguste!!!
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