LOS ANIMALES EN LA CULTURA POPULAR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

LOS ANIMALES EN LA CULTURA POPULAR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

En este blog, puedes encontrar algunos fragmentos de nuestra cultura popular relacionada con los animales de la Península Ibérica. Así mismo, espero tu colaboración con aportes de aquello que conozcas sobre el tema. Refranes, dichos, leyendas, mitos, poesía, canciones... serán incluidos en la reedición de mi libro Las aves ibéricas en la cultura popular.

lunes, 10 de junio de 2013

De Ranas y Ranos

Las gentes del campo, con su peculiar, rico y curioso vocabulario, han dado en llamar en mi tierra a los sapos, ranos. Con frecuencia, asociados a los machos de las ranas. Y es curioso como tienen una cierta simpatía hacias las ranas y una notable animadversión hacia los sapos, cuando unos y otras son animales muy beneficiosos por el control que sobre los insectos hacen.

Quizás la ranita meridional y la de San Antonio sean las más queridas.
En la foto una ranita meridional. En Cabra de Córdoba, se la conoce con el nombre vernáculo de Garcilopa. Nombre que no se de donde puede venir.

Como digo, son las ranas los anfibios más queridos o menos odiados y quizás también sea porque durante años fueron consumidas sus ancas.
En la foto, una rana común.

Pero son los sapos los que llenan las páginas del libro de la cultura popular, esas que se escriben sin pluma y que pasan o pasaron de padres a hijos y que como portada siempre tuvieron un amanecer y como contraportada un atardecer.
Como casi todos los bichos que comienzan sus andanzas cuando el sol se esconde, esa hora en la que el hombre se siente vulnerable, son odiados los sapos por diversos motivos.
Sapo común. De siempre hemos oido que si un sapo te escupe te quedarás ciego. Vamos!!!. Evidentemente, si manoseamos un sapo y nos tocamos los ojos se nos irritarán, pues es cierto que tienen una sustancia tóxica que usan como defensa. Pero de ahí a que tengan la habilidad de lanzar un escupitajo y además con puntería y que nos dejen ciegos hay un largo trecho. NO ES CIERTO, los sapos no escupen ni dejan ciego a nadie.
Sapo corredor. En otras ocasiones, sobre todo en zonas de montaña del norte peninsular, se clavaban los sapos en las puertas de los graneros con la creencia de que así no caerían rayos sobre el mismo. Hay que estar muy aburrido para llegar a esa conclusión.
Desde estas modestas líneas, rompo una lanza por todos aquellos animales a los que le ha tocado la sombra de causar mala suerte. No causan mala suerte los animales, ninguno. Más bien, la mala suerte les suele caer a ellos cuando se topan de frente con uno de nosotros.
Quizás una de las jornadas que guardo con más cariño, me ocurrió con un bichejo de estos. Andábamos mi amigo Sergio García y yo buscando espárragos por la cañada del Chorrón en Cabra cuando nos sorprendió una tormenta de mil pares de narices y aunque no somos de los que el agua nos eche para atrás en nuestros planes camperos, tuvimos que refugiarnos bajo un gran chaparro (encina por esta zona). Subimos una pequeña pendiente y bajo sus hojas quedamos algo más resguardados. En esto que vemos subir un sapo de gran porte, con ese gracioso andar, lento pero de ideas fijas, en dirección al chaparro. Mientras lo observábamos el animal hizo un gran esfuerzo sorteando la pendiente y el agua que se iba dejando caer por ella. A un par de metros, paró en seco y se nos quedó mirando. Al cabo de unos segundos, y supongo que tras pensar que aquellos dos que tenía en frente no iban a causarle daño alguno, siguió y llegó hasta mi altura, se giró y se puso a mirar, al igual que nosotros hacia el fondo de la cañada. Allí estábamos los tres, como tres amigos, viendo llover y oliendo a esa tierra mojada que tanto nos gusta a los del sur. Nosotros con una sonrisa en la cara, pues la situación era curiosa y quiero suponer que él también se reiría a su manera. Cuando aflojó, nos marchamos con un "ahí te quedas colega". Hubo una tormenta grande y ni nos quedamos ciegos ni nos cayó rayo alguno y el sapo siguió con vida, como debe de ser.
Susguste!!!



4 comentarios:

  1. Ojalá todas los encuentros y aventuras que nos surgen con los animales tuvieran un final como el vivido por vosotros ese día.
    Bonito relato y acertada crónica.
    Un saludo de 'ojolince y sra.'

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  2. Hola Antonio, muy interesante y el último relato es divertido y entrañable, con ese buen estilo tuyo de contar las cosas. Si me permites añadir algo, no en todo los sitios los sapos han sido odiados. Allá por las estribaciones del Sistema Cantábrico, donde Castilla da paso a Cantábria, está un pueblecito de montaña en plena comarca de la montaña palentina, de donde es mi madre. En esta zona remota de montaña los sapos gordos, que son llamados "costrollos" se toleran en los huertos y campos porque la gente siempre ha creido que se comen a las culebras y vivoras de las que la zona era muy abundante en tiempos. Aunque la verdad es que lo que se comen son las babosas enormes, que por allí se llaman "rumiagos". Que es lo que creo, el origen del mito local.

    Un abrazo,

    Jesús

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  3. Preciosas fotos, lección extraodinaria e historia para poder contar a los nietos.
    Un abrazo

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  4. Me encanta, muy buen articulo, si señor..

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